Hemos visto en 22 meses, a un presidente cruzar alambradas, saltar charcos, cruzar sobre una vara angosta, navegar en el Cachón de la Rubia y doblar el cuerpo para reverenciar a su Santidad, Francisco de Roma.
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El Papa Francisco recibió en audiencia oficial al pte. Danilo Medina |
REPÚBLICA DOMINICANA.-Próximo a cumplir dos
años en el gobierno, los años buenos de los gobernantes dominicanos, los dos
últimos de cada período resultan ser tortuosos, el presidente Danilo Medina
acrecienta su imagen al reunirse con el Papa Francisco, en Roma.
Hemos visto a lo largo de
22 meses, a un jefe de Estado que se reúne con los más pobres, que se acerca a
ellos, que reivindica su condición de hombre del campo. Lo hemos oído decir que los pobres no son
malos pagadores de sus deudas, que el dinero que presta en sus viajes a las
comunidades corresponde al Estado Dominicano y que por ello hay que devolver
cada peso prestado.
Hemos visto en 22 meses,
a un presidente cruzar alambradas, saltar charcos, cruzar sobre una vara
angosta, navegar en el Cachón de la Rubia y doblar el cuerpo para reverenciar a
su Santidad, Francisco de Roma.
¿Pero acaso se
corresponde esto con la espontaneidad y el espíritu bonachón de un dirigente
político salido del campo, graduado en la UASD con suma dificultad? ¿Acaso es
un político que intenta maquillar su gestión con poses y dobleces bien
retratadas por expertos del lente?
Andando hacia el término
del segundo año de gestión, Danilo Medina se mantiene erguido exhibiendo sus
buenos números, cual si Leonel Fernández, su compañero de partido y aspirante
presidencial, no observara sus movimientos, y como quien espera su turno, se
mantiene observando sus cartas y como zorro veterano solo espera la oportunidad
de meter un gol.
¿Acaso la oposición,
léase, la Gran Convergencia Hipólito-Luis, o el dueño de la marca PRD-Miguel
Vargas, juegan a dejar pasar el tiempo, a sabiendas de que Danilo Medina en su
laberinto, no podrá saltar el muro constitucional que impide su reelección en
la Presidencia?
Mientras el tiempo pasa,
el presidente juega a saltar charcos, a sostener reuniones con el Pontífice
Supremo y con los pobres de La Barquita, del Cachón de la Rubia y de muchas
otras comunidades que solo esperan, que de verde las promesas maduren para que
su destino cambie.
La agenda del presidente que construye escuelas y ocupa su tiempo con los pobres se mantiene y permanecerá llena hasta que concluya su estadía en el solio presidencial. ¿Y quién sabe?
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