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Hipólito Mejía y Luis Abinader |
En lo que Luis Abinader
anda regando la idea de que no iría como vice de nadie, que siente tener un
perfil presidencial, y que nada de diferencias existen entre él e Hipólito, el
guapo de Gurabo centra su estrategia en ligar boletas con la Convergencia.
La boleta prácticamente
está hecha, Eduardo Estrella senador por Santiago, Guillermo Moreno senador del
Distrito Nacional, y muchas diputaciones y regidurías comprometidas.
La Convergencia pretende
ligar mansos y cimarrones, hasta dinosaurios de la izquierda que siempre han
sacado cabeza sin ganar el reconocimiento de la población, hasta algunos
teóricos de centro-izquierda que ven la coyuntura de un proyecto incluyente que
sirva de oportunidad para todos.
Luis Abinader avanza en
su afán de proyectar su figura, de muy bajo rechazo, y a la sombra de Hipólito
un heredero de toda la disidencia perredeísta, que no quiere a Miguel Vargas.
Abinader hasta anda con
su cola de dirigentes perredeístas arrepentidos, lógico que todos con
aspiraciones de aparecer en alguna de las nominaciones del proceso electoral
fijado para el 16.
Luis ha puesto a
disposición del proyecto PRD Mayoritario, la estructura de la Alianza Social
Demócrata, que prácticamente heredó de su padre. Bajo esa sombrilla, con colores y sigla
nueva, funcionará el Partido Revolucionario Mayoritario.
Pero Hipólito, el zorro
gurabero, se agacha para evitar que le disparen, siendo extrañamente prudente,
armando el muñeco con los del frente convergente, bajo el credo de que le gana
de calle una convención interna a Luis Abinader y a otros que se presenten.
Hipólito confía en su
vocación de poder, en su reconocimiento ante los grupos de élite del país, y su
pegada en la población más pobre.
Hipólito sabe que él
personifica la fuerza de choque contra Leonel, y que en un eventual cierre
apretado, se requiere de un jugador con mañas y trucos en la bola.
Su disfraz de Caperucita
lo usa para disimular ante Abinader, quien como Miguel en el pasado, fue su
protegido.
Ha dicho reiteradas
veces, que no será obstáculo para el liderazgo emergente, y que estaría
dispuesto a ceder sus aspiraciones presidenciales si de lo que se trata es de
solucionar la crisis del PRD, organización en la que militó por más de cuatro
décadas y que lo llevó a la presidencia de la República.
Pero el “Guapo” no se
rinde, juega a su propia estrategia, permitiendo que los demás muevan sus
fichas, como quien dice “el que tenga más saliva que trague más hojaldras.
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